El mundo y la sociedad en la que vivimos nos exige constante evolución, también en el ámbito del trabajo. En las empresas el cambio se ha hecho patente, entre otras cosas, en los equipos de trabajo. Cuando estos se forman, primero se recurre a recursos internos de la organización y posteriormente a recursos externos que complementen las habilidades faltantes.
Al abarcar tantas habilidades y de distintos indoles, las empresas han comenzado a apostar por la creación de equipos que favorecen el desarrollo. Estos son los denominados equipos interdisciplinarios.
Grupos de personas cuyas capacidades van desde la creación de redes, implementación de nuevas tecnologías, dominio de varios idiomas, sensibilidad cultural, conducta ética, pensamiento crítico y creatividad para resolver problemas, entre muchos otros.
Grupos que aportan un nuevo enfoque y beneficios:
Permiten abrir nuevas posibilidades y promueven preguntas creativas.
Nos permiten pensar en lo inimaginable y promueven la perspectiva de la comparación.
Preparan el terreno para la audacia y la confianza y favorecen el diálogo.
En estos grupos la innovación, el talento y la creatividad son el impulso que les empuja. El error no se castiga y la diversidad se maximiza.
La oportunidad de formar parte de grupo en el que cada uno de nosotros pueda contribuir en colaboración a un resultado común, desde su rama de conocimiento, es algo que las organizaciones han empezado a crear para facilitar su evolución.
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