Lunes 29 de agosto: Recibo email solicitando trámite de urgencia y burocrático: fotocopia DNI, títulos, … y vida laboral. Vamos a enviarlo rápido que pueda concentrarme en el trabajo. Revisando antes de enviar… un momento….¡la madre del pollo! (que diría mi hijo de 8 años) aquí pone que hace 15 años cambié al régimen de autónomos.
Hace 20 que entraba en el banco a pedir un crédito para financiarme un master del brazo de mi padre cuyo aval necesitaba y 19 de hacer las maletas para hacer los madriles en toda regla conviviendo con la buena gente de Madrid y de fuera (la mayoría) que te encuentras en la gran empresa.
Y de ahí vuelta a la provincia para lanzar mi pequeña nave propulsada por una enorme ilusión que te hace obviar que partes sin apenas combustible y motores menos que mínimos. Poco después esta salida, más pronto que tarde, te lleva a un momento en el que te entra el vértigo y llamas a torre de control por si tienes que abandonar la nave, pero siempre, al final de esa tormenta que está a punto de derribarte surge un radiante sol… falsa alarma no era tan difícil, solo había que haberlo previsto. Y aquí aparece el gran tabú del piloto: previsión ante lo inesperado y lo desconocido, obsesión por el control y la planificación… esto marcha tengo todo preparado… así hasta la siguiente gran lección. Prepara, planifica, dispón del plan de vuelo y los recursos y, con el tiempo, ver que la máxima que siempre se cumple a pesar de todo es la de aquel grande de España “SE HACE CAMINO AL ANDAR” así que relaja un poco que te consumes solo de pensar. Gran paso este último porque en ese momento has subido nivel y empieza a salir lo mejor que todos llevamos bien cerrado en un paquete cubierto de un material limitante y potencialmente autodestructivo llamado miedo. Es un tema cultural, nada más, nacimos en la época dogmática del miedo a perder.
Y en éstas, después de 15 años de pilotaje, ha pasado mucho y variado público, incluso unos cuantos compañeros de cabina…qué lecciones en los momentos críticos de vuelo donde el miedo toma el control y no te vale el protocolo de manual. Pero al final siempre vuelve la calma y después la celebración por lo aprendido y sobre todo por lo vivido.
Puedo decir que no he conocido paz como la que sientes en esos vuelos solitarios en cabina donde te invade una absoluta sensación de libertad, en los que te sientes el dueño de tu destino y solo puedes agradecer por todo lo que la vida te ofrece. Solo o acompañado en cabina, pero siempre en abierto y mano a mano con el pasaje para llegar a destino. Pues eso, 15 años de vuelo y de continuo aprendizaje.
Después de la parada de verano tocan nuevos vuelos, todo listo, misma ilusión, templanza por lo vivido pero muchas ganas de seguir aprendiendo, ampliando el manual de vuelo y siempre con la nave a punto, a la espera de nuevos destinos.
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