Pero primero, os quiero contar algo que me pasó hace tiempo. Fue un año durísimo y me dolía mucho caminar debido a una inflamación del segundo dedo del pie derecho. Fui al médico y allí me hicieron todo tipo de pruebas. Que sí infección, circulación, nervios, tumores, minifractura, gota, tuberculosis, venéreas -pero si yo no…
Al final, tantas pruebas concluyeron con el siguiente diagnóstico (lo tengo por escrito): “dedo salchicha”. Y sin remedio para mi dolorido pie, pasaba los días. Hasta que mi tía, que es fisioterapeuta, me dijo: “Tú estás gordo. Baja de peso: diez kilos y se te pasa”.
¿Y qué pasó?
Adelgacé diez kilos y el dolor desapareció. Ahora, cada vez que alguien (ya sea una persona, un departamento, una empresa o una organización) me dice que “le duele algo”, ¿sabes lo primero que me dan ganas de decirle?
LEAN va de eso. La primera acepción de Lean es “inclinado”, y la segunda “esbelto, magro, sin grasa”. Las organizaciones Lean se han liberado del peso extra, lo que no necesitan para funcionar y que, además, les causa problemas. Esas actividades de no valor añadido que llamamos desperdicios, muda. Y trabajan ágil, sin dolores extra, sin consumosque no aportan nada más que carga y pesadez. Podemos colgar este cartel antes de cualquier proyecto Lean: Bienvenidos a perder peso.