Manejo de las actitudes en las organizaciones

Las actitudes tienen una influencia en nuestro modo de comportarnos. En el mundo organizacional, las actitudes tienen gran importancia dado que llevan a tomar unas decisiones u otras, a comportarse de una u otra forma. Cuando nos referimos a las actitudes, hablamos de los “enunciados o juicios evaluadores respecto de las personas, las cosas o las situaciones”, y reflejan cómo se siente una persona respecto a algo o alguien.

Las actitudes cuentan con tres componentes principales: cognitivo, afectivo y conductual.

El componente cognitivo de una actitud hace referencia a la descripción de la misma o al constructor mental de cómo funcionan las cosas.

El componente afectivo es la parte emocional que subyace a la actitud.

Por último, el componente conductual se refiere a la intención de comportarse de forma determinada frente a algo o alguien.

Cuando afirmamos “el ambiente en el trabajo está cargado de tensión” hace referencia al componente cognitivo, “me frustra que no encontrarme a gusto del todo en mi trabajo” sería el componente afectivo, y “voy a reunirme con mis compañeras para poder solucionarlo” es el componente del comportamiento.

Relación entre las actitudes y el comportamiento

La concordancia entre la actitud y el comportamiento ha sido muy estudiada, las primeras investigaciones establecieron que se daba una relación de causalidad entre ambos elementos, siendo las actitudes un componente determinante en el comportamiento. Es decir, las actitudes que las personas tenían determinaban lo que hacían.

Sin embargo, una investigación liderada por Festinger concluyó que el comportamiento precede a las actitudes, es decir, que son las actitudes las que siguen la conducta. En ocasiones, por ejemplo, las personas cambian su discurso de forma que no contradiga lo que hacen.

En los casos en los que la actitud es posterior al comportamiento se ilustran los efectos de lo que conocemos como disonancia cognitiva. La disonancia cognitiva es la incompatibilidad existente, percibida por el individuo, entre el comportamiento y la actitud o entre varias actitudes.

Dado que las inconsistencias o incoherencias nos resultan incómodas, vamos a tratar de reducirlas, en pos de tratar que la disonancia sea mínima, solemos buscar armonizar las disonancias que difieren con nuestro comportamiento, para hacerlas consistentes y coherentes con el mismo.

Esto se logran bien a través de la modificación o del comportamiento o de la actitud, o bien racionalizando la discrepancia, es decir, a través de la búsqueda de una explicación con la que sentirnos cómodos con esa disonancia.

¿Cuáles son las variables que median entre ambos conceptos?

Estas variables, llamadas variables moderadoras, modulan la relación entre la actitud y el comportamiento. Como vemos, cada una de ellas tiene una influencia en la conexión existente entre ambos elementos.

Percepción del ambiente

De la mano de las actitudes se encuentran los comportamientos, los pensamientos y las emociones. También se ha hablado de la importancia de que haya una coherencia entre los distintos elementos. Para ello, es esencial conocer el propio perfil conductual, para así poder tomar consciencia de cuando se cae en disonancias.

Además, investigaciones recientes afirman que las actitudes pronostican la conducta futura, lo cual guarda relación con la premisa de que las personas tendemos a comportarnos de manera predecible ante situaciones normales.

Como hemos visto, la relación entre la actitud y el perfil conductual influye en el modo en que resolvemos las distintas situaciones a las que nos enfrentamos.